domingo, 23 de marzo de 2014

Fibras de un duro caminar.

Era un pequeño erizo en un mundo carente de pinchos,
era la espina de esa rosa roja,
era un cuchillo puesto del revés,
era el canto de esa afilada hoja.

Vivía donde nadie nunca va,
vivía donde las cataratas lloran,
vivía donde los caminos se comienzan a cruzar,
vivía donde la muerte juega golosa.

Sentía al horizonte cerca de mi palpitar,
sentía a la noche compadeciendo a mi persona,
sentía la carga de mi soledad,
sentía la falta de poetas de poca monta.


Millas de falta de libertad,
kilómetros de vueltas de onda,
hasta que surgió una luz que al mirar,
resulto volverse caoba.

Llegaste lúcida y liviana,
quizá con prendas de moda,
hasta que bajo la sombra de un árbol floral,
la vida resulto ser poca.

Tiempo al tiempo y de replegar,
los momentos vividos en la zona,
la felicidad que me vio llegar,
nunca te dejará marchar sola.

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