La sombra del azadón le brincaba
por los pies, mientras las gotas de sudor le recorrían la frente y
bajaban rodeándole los ojos. Apelaba a su retoño que podase con
avidez las ramas sobresalientes del granado. Era un día de Agosto,
el calor atenazaba la huerta y parecía como si el mismísimo Sol
estuviese mirándolos. Cuidaban ese campo desde que María Andrajosa,
su madre, la madre del padre, falleció por causas desconocidas
Algunos en el pueblo decían que si la Dama Blanca se la había
llevado a los senos del infierno; otros auguraban una posible muerte
por depresión, e incluso había quien, por ser los científicos y
los estudiosos de la villa, decían que se trataba de cáncer o algo
llamado SIDA que ellos personalmente no sabían lo que era. En cambio
el día de su muerte el nieto se encontraba allí con ella y aún
sigue diciendo que un angelito vestido de negro entró por la puerta
y se la llevó.
Quince de Agosto del 2012.
Central de operaciones especiales de la CIA. Un hombre vestido de
negro entra por la puerta del Laboratorio 69, él de los experimentos
mutantes. Lleva una camisa blanca y luce una oscura melena con
retazos de cera para abrillantar. Se quita unos pliegues que lleva en
la espalda y caen unos cartones con forma de alas en los que hay
plumas negras pegadas. Bajo el brazo derecho se puede distinguir una
forma yerta de una mujer. Entra con paso ligero y la deja dentro de
una jaula con más especímenes femeninos. Dice con voz grave:
-El experimento ha sido un éxito,
podemos proceder a la siguiente fase de la operación. Estudiaremos
el comportamiento de la cría en el ambiente de su madre.
Le
responde entonces el médico de la bata blanca que trabaja con
líquidos de colores vivaces.
-¿Seguro que poner un espécimen
de Ángel en esos páramos es buena idea?.
-No es un Ángel cualquiera, es
nuestro Ángel. Sabrá defenderse, y sino... Lo destruiremos como
hicimos con el resto.
Así comienza mi historia, la
historia de un Ángel viviente, pero no uno celestial.
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